EL VESTIDO

Aún recuerdo que mandaste a hacer tu vestido. El lugar ya no existe, la tienda se encontraba en la avenida cuarta norte, a un costado de la mueblería Gala. Me llega a la mente esa noche en la cual acudí contigo a que hicieran corrección de detalles; el vestido iba un 60% listo. Tu naturalmente me dijiste que bajo ninguna circunstancia debía mirarte con el vestido puesto, que por lo tanto me fuera por ahí a deambular a otro lado. Cómo es bien sabido, la tradición dicta que es de mal augurio mirar a la novia con su respectiva vestimenta de bodas antes de la fiesta misma. Naturalmente, yo hice que me fuí y sin embargo, tras caminar algunas cuadras lejos, regresé al local y me oculté. Te miraba a través del vitral de la tienda, ese empañado muro de cristal que reflejaba las luces brillantes de la calle, ese que evidenciaba las sutiles siluetas de los encorvados transeuntes.  Esa delgada barrera transparente contenía un sueño único que me mostraba a final de cuentas la imagen de tu cuerpo flojamente ceñido con un vestido blanco a medio coser. Tu mirabas con sonrisa a la costurera impartiéndo a voz de orden los detalles finales. Se te veía diferente, un tanto preocupada, pero a la vez emocionada y feliz, yo notaba eso; un radiante brillo en tus ojos que nunca jamás volví a ver. De manera ridícula y vergonzosa, yo no contaba con algún maldito cinco en la bolsa, yo por ello había intentado infructuosamente algún evento más sencillo y humilde, más reservado y personal, pero obviamente tu contabas con tus sueños y resulta, pues, que los deseos de una mujer llegan a ser más fuertes que las intenciones del hombre mas racional, al grado mismo que la tierra tiembla si es que esa fémina así lo desea. No había algo que hacer en esa situación, no me quedaba más que sucumbir a tu hermoso sueño, a tu deseada felicidad, a tu bello capricho, te amaba. Todo ello derivaba en una miserable impotencia que de verdad me consumía internamente. Te veías hermosa, feliz, radiante y yo sin un maldito cinco en mi bolsillo que ayudase a mitigar el costoso impacto de tu soñado anhelo.