COCAÍNA EN TUS LABIOS
Esa mala costumbre de enamorarme de mujeres difíciles o que no me corresponderán. Característica irrefutable del entrópico destino predispuesto por la nada; facto materializado puntualmente en mi delirante percepción; disfrazado por aquello que denomino como alta expectativa. Pienso en ti, pero te niego. No te quiero ver, pero te ansío. No te quiero recordar, pero te sueño. Te evito, pero te pretendo. Llega el día y tu arribas; parece que la mañana ya no está tan vacía. Tu negro cabello, en mis manos, lo siento; tu mirada de melancolía, evoca alegría; tu boca tan fresca, supremo deseo, besarla con ansias, mi intrépido anhelo. Morena tan linda, me pregunto ¿quisieras ser tú la primera en mi vida?
Te acercas, me alejo; yo siento y lo guardo; de reojo te miro, tu vienes, te esquivo. No sospechas, ni adviertes, lo que evoco yo al verte. Conoces, en cambio, la verdad del asunto: me tienes, si quieres, lo sabes y subes tu ego. Deduzco el sistema, por eso me alejo. Es tarde, me marcho, consigo ignorarte; cuando menos, volteo y te topo de frente, sucumbo y te hablo, maldita mi suerte; me pierdo en tus ojos y entonces recaigo; adicción sin sentido, me consume en vano. No existe futuro, cocaína en tus labios; termino cediendo, me voy extasiado.